No descubro nada nuevo si digo que la posibilidad de sufrir un accidente de tráfico aumenta exponencialmente si el conductor lleva unas copas encima. Pero el binomio ocupante y alcohol presenta una especial complejidad, por motivos morales y jurídicos.
Empecemos por los condicionantes morales, y para ello nada mejor que ilustrarlo con un ejemplo. Supongamos que viajo en el interior de un coche conducido por un amigo, el cual ha bebido más de la cuenta. A consecuencia de la influencia de bebidas alcohólicas en un momento dado se sale de la carretera por la que circulamos, volcando el vehículo. Debido al accidente de tráfico, resulto con lesiones de cierta importancia. Dado que la culpa ha sido de mi amigo, para cobrar la oportuna indemnización por dichas lesiones tengo que interponer una denuncia contra él y la compañía de seguros del coche. Esto sólo sería un formalismo en el caso de que no se produjera la confluencia de ocupante y alcohol, ya que la aseguradora se haría cargo de mis lesiones y a mi amigo no le pasaría nada. Pero en el caso que nos ocupa lo que sucederá es que lo que nos pague la compañía de seguros por nuestras lesiones acto seguido se lo reclamará a su propio asegurado -nuestro amigo- por incumplir la cláusula de la póliza de seguros donde se compromete a no conducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas. Esto es, el condicionante moral a que nos referíamos es: ¿renunciamos a cobrar nuestra indemnización o la reclamamos, a sabiendas de que quien la abonará en última instancia es nuestro amigo?
Y luego está la cuestión jurídica. Tomando como base algunas sentencias, las compañías de seguros están adoptando una línea de defensa cuando concurren ocupante y alcohol: si quien viaja dentro de un vehículo es consciente de que el conductor está borracho, de alguna manera está asumiendo el riesgo de que se pueda originar un accidente. En base a dicho razonamiento, al menos en Tenerife ya nos hemos encontrado con oposiciones a demandas donde el abogado del seguro propone que la indemnización del ocupante se vea recortada en un porcentaje determinado en base a su conocimiento de que el conductor no está en condiciones para conducir.
Esa postura, a mi juicio, tiene el problema de la carga de la prueba. Obviamente ningún ocupante va a reconocer que vio al conductor en estado de empbriaguez (o peor, que se emborrachó con él), y salvo que los ciudadanos portemos a todas partes un etilómetro o cualquier otro aparato que nos permita conocer el estado de intoxicación etílica que pueda sufrir el conductor del coche al que nos subimos, la presunción de inocencia hará que ningún juez pueda aplicar esa reducción que proponen las compañías de seguros. Por lo tanto, pese a que concurran los conceptos ocupante y alcohol, en FM Abogados Tenerife seguimos manteniendo que si ha sufrido lesiones en accidente de tráfico que no ha sido culpa suya, siempre tendrá derecho a cobrar su indemnización.
Al aceptar, accederá a un servicio proporcionado por un tercero externo a https://calcularindemnizacion.es/