En ocasiones recibimos la llamada de algún accidentado que nos plantea la cuestión que encabeza el artículo, o nos plantea una hipótesis: si la compañía de seguros pone un abogado, ¿debo decir que sí o tengo otras alternativas?. Es normal que nos hagan esta pregunta, ya que las aseguradoras “venden” la asignación de un abogado de compañía como si fuera la única opción posible…y es rigurosamente falso.
Para entender por qué mi compañía de seguros no me defiende vamos a generar un ejemplo tipo de accidente de tráfico con lesiones e iremos descubriendo paso a paso qué intereses tiene mi aseguradora y por qué éstos no tienen nada que ver con los míos.
Así, supongamos que sufro un accidente de circulación con culpa de un contrario. Mi coche resulta seriamente dañado y yo sufro lesiones consistentes en un latigazo cervical y dorsalgia. Lo primero que haré, tras acudir a un hospital, es solicitar que se me dé rehabilitación en un centro médico. Asisto a uno que me queda cerca de casa y del que tengo buenas referencias, y aquí empiezan los problemas: el centro me dice que antes de atenderme necesitan que mi aseguradora les autorice. Me quedo un poco perplejo, porque en mi póliza de seguros pone que puedo acudir a cualquier centro concertado, pero me vuelvo a mi casa y espero que me llamen.
Empiezo a comprender que mi compañía de seguros no me defiende cuando transcurrida una semana y ante la falta de noticias, llamo al centro médico. Se excusan por no llamarme, y me dan la noticia: mi aseguradora no autoriza la rehabilitación en sus instalaciones. Llamo al tramitador de siniestros que lleva mi tema para pedir explicaciones y me dice que la rehabilitación la tengo que hacer en un centro que les es afecto, eufemismo con el que quieren decir que es el más barato de la ciudad y en el que nos darán el alta a la que el tramitador de siniestros descuelgue un teléfono.
Esto es, no tan sólo mi compañía de seguros no me defiende, sino que prioriza su propia economía a mi salud. Otro tanto pasa cuando llevo mi coche al taller: El perito que vendrá a determinar qué y por cuánto se repara mi auto no es el de la compañía contraria, sino el de la mía. Las aseguradoras lo hacen así para, en virtud de sus convenios, ahorrarse dinero en personal. Lo que pasa es que ese ahorro para ellos tiene como daños colateral el hecho de que de repente mi seguro pasa a convertirse en la compañía contraria, ya que en lugar de asesorarme lo que tratarán es de pagarme lo mínimo posible (y ya no hablemos si mi coche acaba siendo un siniestro total)
Pronto descubriré que mi compañía de seguros no me defiende tampoco a la hora de asignarme un abogado o al menos darme asesoramiento legal. La razón vuelve a ser -cómo no- el dinero. Aunque los abogados de compañía cobran poquísimo por el trabajo que realizan, no dejan de ser un gasto para las aseguradoras, que prefieren “venderle” a sus asegurados que la miseria que ofrece el seguro contrario como indemnización por lesiones es insuperable antes que correr con los gastos de un procedimiento judicial.
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