¿Cómo llega la gente a la conclusión de que éste o aquél es el mejor despacho de abogados al que pueden acudir? Desde luego dudo mucho que los ciudadanos tengan los estadillos de casos ganados o perdidos por cada bufete, que sería la forma más lógica de realizar un ranking de resultados que nos llevara a establecer una clasificación. Por lo tanto, habremos de llegar a la conclusión de que los ciudadanos confunden “el mejor despacho” con “el despacho del que tengo más referencias”.
Y esas referencias, entendiendo como tales diferentes inputs que a través de medios distintos nos predisponen a elegir un despacho en lugar de otros, es lo que en términos de marketing se denomina “marca”. La marca sería -por usar una definición muy elemental- como el resultado en un lienzo de una serie de brochazos sueltos y aparentemente inconexos hasta que cristalizan como entidad única en la cabeza del potencial cliente. Hoy en día -y esto es muy importante que se entienda- para ser considerado el mejor despacho de abogados no basta tener las instalaciones más caras, o salir por la televisión, o ser el primer despacho en Google, o contar con las mejores opiniones de los clientes, o tener un logo reconocible. No. Hoy en día es necesario contar con el mayor número posible de esas características, porque en algo tan delicado como la contratación de un profesional del derecho lo más importante para el cliente es la confianza en su honestidad, solvencia y profesionalidad, y antes de decantarse por nosotros el particular sin duda hará un pequeño tour respecto de las opciones de que dispone para contratar un abogado.
Lejos están los tiempos en que el mejor despacho de abogados era el que tuviera más prestigio o generaciones de letrados a su frente, o el que nos recomendaban nuestros mayores. Hoy día percibimos como el mejor aquel que sale en los medios, y cuyos resultados positivos vemos en algún periódico, y del que nos habla bien nuestro peluquero, y que además aparece en los primeros puestos del buscador de internet y del que -por alguna razón que no acabamos a abarcar- se nos ha quedado prendido del subconsciente el logo y el lema. Esto es, conseguir una marca de nuestro negocio fuerte nos obligará a competir en muchos frentes, lo cual puede parecer agotador pero es sin duda necesario. Porque: ¿a quién acudirán los particulares que quieran que su banco les quite la cláusula suelo de la hipoteca? ¿al despacho que sale en la tele y que tiene cientos de sucursales y nos consta -porque lo hemos leído vaya usted a saber dónde- que ganan todos los juicios y que tiene un logo naranja y que además nos salen los primeros en Google como para corroborar que todo lo anterior es verdad, o bien nos decantaremos por el despacho del señor Porras, que lleva temas de alquileres y también te quita las multas de tráfico, y que seguro que de esto debe saber también, y es muy educado y tiene una tarjeta con su nombre y un rótulo que pone “Abogado Manuel Porras”?
Supongo que el concepto queda claro….
Esa es una buena pregunta, sobre todo si la formulamos con espíritu optimista y no derrotado de antemano. Obviamente, si pretendemos ser considerados un despacho top en una especialidad muy competida y en una ciudad con un mínimo de población, nos tocará rascarnos el bolsillo.
Dicho lo cual, parto de la base de que si has llegado hasta aquí es porque tu despacho no tiene la suficiente clientela, y por ende no dispones hoy por hoy de unos ingresos que te permitan acometer un desembolso en potenciar tu marca. Por lo tanto, vamos a optar por un plan B.
Ese plan B lo vamos a resumir de una manera muy sencilla: ¿qué pasos podemos hacer para potenciar nuestra marca que no nos cuesten ni un céntimo de euro -o casi- y que si bien no nos convertirán en el mejor despacho de abogados sí que nos pueden acercar al top ten de nuestra ciudad?. Una vez identificados dichos pasos, nos pondremos con ellos, y nos haremos el firme propósito de que de los beneficios que los mismos nos deparen reservaremos un porcentaje para acometer el resto de pasos que sí entrañen una inversión. ¿Estamos de acuerdo?
Bien. Aquí van las líneas maestras de nuestro plan A. Las dos primeras os las dejo a continuación en forma de deberes:
Cuando hayamos hecho todo esto, ya estaremos en la línea de despegue, listos para el espaldarazo hacia el éxito, que trataremos en el próximo capítulo.
Fuente: FM Abogados.
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