La publicidad para abogados es un arte que en España apenas cuenta con unos pocos años de antigüedad, debido a esa absurda prohibición de publicitarnos que teníamos los letrados bajo la peregrina excusa de que como colaboradores de la justicia no teníamos derecho a decirles al ciudadano que existíamos y que nos dedicábamos a una especialidad concreta. Este hándicap podemos reconvertirlo en una ventaja si somos capaces de ser los primeros en asomar la cabeza de nuestras mesas de caoba y decirle al mundo ¡Estoy aquí!
Decíamos en nuestro anterior artículo que una vez encontramos nuestro nicho de mercado hemos de convertirnos en expertos en la materia, pero eso no es suficiente. Como se suele decir, no basta con ser bueno: hay también que parecerlo. Y aunque sin duda la mejor manera de convencer a los clientes de que somos buenos es demostrándoselo de forma empírica, no obtendremos esos primeros clientes a los que convencer a priori sin dedicar algo de nuestro tiempo y dinero a promover algún tipo de publicidad para abogados.
La buena noticia es que la publicidad para abogados no suele ser cara. De hecho, si no disponemos de una pequeña cantidad de dinero para acometerla hay fórmulas eficaces de promoción totalmente gratis. Hemos de pensar que nuestra clientela potencial no son millones de personas, sino individuos de nuestra ciudad que en ese momento tengan una problemática jurídica que entre dentro de nuestro nicho de actividad. Por lo tanto, no suele ser necesario invertir en campañas de televisión o radio, salvo que se trate de medios locales, ya que como vulgarmente se suele decir estaremos matando moscas a cañonazos.
Es bueno además acotar nuestra publicidad para abogados al nicho jurídico al que nos vamos a dedicar. Por ejemplo, una reseña en un diario de economía puede ser útil para un abogado especializado en derecho bancario, pero no para un matrimonialista. Hemos de pensar qué hace y a qué dedica su tiempo nuestra clientela potencial, y hacernos visibles en su propio entorno.
Es ya tradición –aunque con sus honrosas excepciones- el hecho de que los abogados no se lleven bien con la tecnología. Sin duda debe ser asi, porque el uso que los letrados suelen darle a su página web es para echarse a llorar.
Como hay bastante tela que cortar respecto a este asunto, le dedicaremos en exclusiva un capítulo entero.
Si les hablo de Cocacola, Nike o Zara, por poner ejemplos de diferentes sectores, sin duda el astuto lector sabrá sin titubeo qué tipo de producto o servicio sirven estas empresas, cómo son sus logos, en qué establecimiento podemos encontrar sus productos o dónde tienen ubicada su sucursal más cercana, etc. Son marcas que a través de infinidad de inputs están grabadas en nuestro subcosnciente, a fin de constituir una alternativa si nos planteamos comprar un refresco, un calzado deportivo o renovar nuestro guardarropía.
Obviamente, nosotros no disponemos de los medios para costear las campañas publicitarias de los monstruos que acabo de nombrar, lo cual no quiere decir que no podamos y por ende no debamos utilizar las enseñanzas de dichas campañas que sí estén a nuestro alcance. Por ejemplo, vale la pena preguntarse si Cocacola vendería lo mismo si no tuviera logo alguno que distinguiera los envases y llevara por nombre comercial: Bebida azucarada de Agustín Pérez Porras, inventor.
Y es que en el mundo de los negocios, al que queramos o no los abogados con despacho abierto pertenecemos, las apariencias no engañan, sino que son una parte importante del éxito. Si nuestro nombre comercial es nuestro nombre físico, estamos trasladando a la potencial clientela que estamos solos y que no tenemos intención alguna de mejorar, y por lo tanto de aprender. Un nombre comercial, si está bien buscado, es rotundo, habla de negocio grande, es fácil de memorizar (sobre todo si va acompañado de un logo atractivo y –esto ya sería de nota- un eslogan impactante) y en muchas ocasiones suele ya anticipar cuál es la especialidad del despacho.
En próximos capítulos nos adentraremos en más profundidad en la publicidad para abogados y la elaboración, proyección y consolidación de nuestra propia marca.
Fuente: FM Abogados.
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