El auto de cuantía máxima: qué es y para qué sirve

Muchos abogados no especializados en derecho de la circulación nos han preguntado respecto de la utilidad y naturaleza del acuto de cuantía máxima en accidente de tráfico. No es sencillo explicar en qué consiste, pero vamos a tratar de hacerlo.

El muy difícil explicar qué sentido tiene el auto de cuantía máxima sin tratar de darle una cierta perspectiva en el tiempo. Hace algunos años -no tantos- no existía el baremo de tráfico, que como bien sabemos son unas tablas publicadas por el Ministerio de Economía y Hacienda para calcular el importe de los días de sanidad y secuelas que componen la indemnización por lesiones. Por aquel tiempo, pues, los abogados podíamos solicitar la cantidad de dinero para nuestros clientes que estimáramos adecuada y cada juez resolvía en función del caso concreto. Ello implicaba de facto unas indemnizaciones bastante importantes, por lo que el ejecutivo se aprestó a dictar el susodicho baremo para poner un techo a esa sangría económica que daba al traste con las aseguradoras.

Por aquel tiempo (finales de los 90) se distinguía -como hoy, aunque en la actualidad la distinción ya no tiene demasiado sentido- entre seguro de responsabilidad civil de suscripción obligatoria y el seguro voluntario. El primero era el seguro básico que se podía llevar encima y resultaba relativamente barato, aunque por contraprestación sólo cubría el daño que se hiciera a un tercero hasta unas determinadas cantidades. El segundo complementaba al obligatorio y suponía que el seguro abonaba de forma ilimitada las responsabilidades frente a terceros.

Y ahí es donde el auto de cuantía máxima en accidente de tráfico cobraba sentido: si la culpa de unas lesiones en accidente la tenía el contrario, se reclamaba una cantidad libre con cargo al seguro voluntario. Si la culpa era dudosa, se reclamaba hasta una cantidad fijada en unas tablas con cargo al seguro obligatorio.

Lo que sucede es que cuando se creó el baremo desaparecieron esas tablas con cargo al seguro obligatorio, por lo que el propio baremo vino a servir tanto para calcular la indemnización en caso de que la culpa la tenga el contrario como si ésta no queda acreditada. Así, si el juzgado considera que la culpa del denunciado no es suficiente para continuar por vía penal, archiva el procedimiento y dicta el auto de cuantía máxima, en el cual indica -como su propio nombre hace suponer- cuál es la cantidad máxima que se puede reclamar en un procedimiento civil por las lesiones contempladas por el médico forense. Teóricamente ese auto debería calcularse en base  a las tablas del seguro obligatorio, pero como no existen se da la paradoja de que no existiendo culpa clara se puede acabar reclamando las mismas cantidades que si ésta existiera (salvo que de contrario se alegue culpa compartida)

El auto de cuantía máxima se ha de ejecutar para poderlo cobrar. Esto se hace interponiendo una demanda ejecutiva con abogado y procurador, frente a la cual la aseguradora se puede oponer sólo (y esto es muy importante) si la culpa del accidente es exclusiva de la víctima, o bien existe pluspetición (que lo reclamado en base al forense sea más de lo que el seguro considera oportuno). Dicho de otra forma, el lesionado cobrará por sus lesiones salvo que por el contrario se demuestre que la culpa del accidentes de tráfico es única y exclusiva de aquél.